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04/09/2017

Serias amenazas para el remo navarro

Los aficionados a las historias náuticas, sin duda conocerán las leyendas que corren acerca del Mar de los Sargazos, una zona del Océano Atlántico cercano al Triángulo de las Bermudas rodeado desde tiempos remotos por un halo de misterio. A este espacio sin apenas corrientes, con dilatados periodos de “calma chicha” y tapizado con una casi infinita alfombra de algas flotantes, se le atribuía el enigmático poder de  retener entre sus “brazos” a cualquier embarcación.

 

Puede ser que estas tradiciones nos resulten extrañas y distantes e incluso con visos de escasa credibilidad, pero seguramente le concederíamos el beneficio de la duda tras conocer lo que le está ocurriendo al Club de Remo Lodosa, que no puede llevar a cabo su actividad desde finales de abril, como nos comenta su presidente Carlos Pérez, debido al escaso caudal y a las algas que colonizan el río a su paso por la citada localidad de la Ribera del Alto Ebro.

 

Así es, la merma en el nivel del agua (entre un metro y un metro veinte  por debajo de la media de otros años), más la elevada temperatura de la misma han dispuesto el caldo de cultivo perfecto para la proliferación de estas plantas acuáticas que atascan los remos y se enredan en el timón cuando se pasa por encima de ellas.

 

Pero esto no es nuevo para el club lodosano pues, como nos relata Pérez, “El tema del nivel de agua lo llevamos padeciendo cada año más y mucho antes. Al ser una zona entre 2 presas y ser agua semiestancada, cuando llueve con  fuerza el agua arrastra tierra en suspensión que se va posando en el fondo. Antiguamente los agricultores sacaba esa tierra y, además, había actuaciones de dragado por parte de la Confederación Hidrográfica del Ebro. Pero desde hace más de 30 años no se actúa y no se sacan los lodos del fondo, con lo que cada vez hay menos lámina de agua, que se calienta con estas altas temperaturas que estamos sufriendo y emergen las algas”.

 

Este panorama ha influido de manera directa en la actividad de los remeros del Club Náutico Lodosa que, ante la imposibilidad de remar en línea recta más de 500 metros no han podido planificar los entrenamientos en el agua y se vieron obligados a anular la temporada de yolas. 

 

Pese a la magnitud del problema, los componentes del club no se quedaron de brazos cruzados y comenzaron a buscar soluciones. Éstas cristalizaron de una manera muy original al transformar una motora en una especie de “cortacésped”. Desgraciadamente esta imaginativa idea no surtió el efecto deseado y habrá que esperar al invierno para que la naturaleza imponga su ley y las plantas mueran por las crecidas y el enfriamiento del agua.

 

La salida, entonces, según el Presidente del club pasa indefectiblemente por el dragado de la zona, “esto, es además necesario para evitar posibles daños por crecidas. Este año el rio va tan seco que en la zona del puente, la mitad del río se ha quedado sin curso de agua, circunstancia que ha provocado que crezcan matorral y árboles, lo que se transformará en sotos sobre los cuales luego no se podrá actuar por los hábitats que se  crearán. Todo ello puede generar que una avenida de agua de 1.500 metros cúbicos por segundo, inunde todo el regadío y zonas del pueblo”.

 

A pesar de todo ello la escuadra lodosana participó en el Campeonato de España celebrado el pasado junio en Sevilla, alcanzando un meritorio quinto lugar en el Doble Scull Absoluto.

 

Curiosamente el otro club navarro de remo, el Náutico Navarra, sito en el pamplonés barrio de La Rochapea, tampoco escapa a las dificultades. Si bien, el caudal del agua no es problema para los de la capital debido a la labor de la Presa de Santa Engracia, toda esta situación podría cambiar debido al mal estado de la misma, muy deteriorada por la acción de la última crecida del Arga. “Una próxima avenida – afirma Joxemiel Urra Tesorero del club – podría hacer ceder la presa con lo que nos quedaríamos sin agua para poder desarrollar nuestra actividad”

 

Oscuro panorama para el remo navarro que ve cómo sus dos únicos clubes ven comprometida su actividad por el empuje de la naturaleza.

 

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