Para concluir con el estudio sobre el rugby realizado durante el confinamiento, toca ahora hablar de la última parte en la que se requería a los encuestados que exploraran su vena más poética, tiraran de metáfora y definieran al deporte del balón oval según los supuestos que se les planteaban en las preguntas.

De este modo nuestros sesudos “rugbytólogos” tuvieron que esforzarse en seis cuestiones que obedecían a la estructura, “si el rugby fuera… sería…”

Si el rugby fuera un coche

Aquí la mayor parte de las contestaciones buscaron un vehículo fuerte, compacto y versátil; con un motor turbo diésel y bajo la apariencia de un todoterreno, que fue la respuesta más votada.

Además del todoterreno, también hubo espacio para réplicas curiosas, como quien se decantó por el autobús, el que eligió el tren; o quien, llevando la metáfora hasta el límite, señaló la goitibera como su favorita.

Si el rugby fuera un animal

En este apartado las preferencias se mantuvieron a caballo entre un espécimen volátil y otro terrestre. En el primer caso se trata de una de las mayores rapaces existentes en el mundo, el buitre y en el segundo de uno de los animales más duros que pueblan nuestros bosques: el jabalí.

Además de estas dos respuestas, cuyos rasgos casan perfectamente con muchas de las características que definen este deporte, también es digno de mencionar otras dos por la carga simbólica que sin duda poseen: Una manada de lobos y una hormiga.

Si el rugby fuera un color

Utilizando un más que obvio juego de palabras, en este apartado no hubo color y el verde se llevó la victoria. Según las enciclopedias la palabra verde deriva del latín virÄ­dis: verde, vigoroso, vivo, joven… de igual modo es el tono de la esperanza y así es el color del sagrado manto sobre el que se desarrolla el juego.

Pero como (otro chiste malo) para gustos están los colores hay quien, debido a la grandeza y polivalencia del rugby no dudo en contestar con un escueto “todos”.

Si el rugby fuera un lugar

No hubo mucho acuerdo en este punto, por lo que vamos a elegir las respuestas que, a nuestro juicio condensaban mejor el espíritu de la pregunta y que se refieren bien a lugares objetivamente reconocibles, o a lugares algo más “etéreos”.

En el primer grupo y siendo los más apegados a la tierra, están los que eligieron la Calle Jarauta o Pamplona – Iruña. Después llegó el que optó por el templo galés del rugby, Cardiff. Sin ir muy lejos nos encontramos con los defensores de Escocia y concluyendo este grupo nos vamos a las antípodas para recalar en Nueva Zelanda.

Pero hemos dicho que también hubo respuestas más “impalpables” y entre ellas destacaron dos, una más pequeña, un bar y otra inconmensurable, el cielo.

Si el rugby fuera una música o canción

Mucha variedad aquí también, con respuestas muy específicas y otras más generales. Entre estas últimas elegiremos dos que señalan indudablemente la dureza y potencia de este deporte como son el Rock o el Heavy Metal.

Entre las otras destaca la coincidencia en que la nobleza y dignidad del rugby merece ser reflejada con un himno. Así vimos grandes composiciones como el Himno de Navarra o el Himno a la Alegría, de Ludwig Van Beethoven y, entre ellas, una de las melodías que ponen la carne de gallina cuando se oyen en los estadios: el Ireland,s Call.

Y rizando el rizo de la concisión, tenemos las que eligen directamente En la línea del frente de Kortatu; Algo del Drogas o aquel dulce y armonioso tema que comienza “Todas las mañanas cuando me levanto…”

Si el rugby fuera un sentimiento

Por último toca mirarse a las entrañas y definir qué le provoca allá dentro el sólo hecho de pensar en este deporte. Hubo cuatro grandes respuestas como fueron alegría, amistad, orgullo y superación, pero la palma se la llevó otra contestación, aquella que reúne a la perturbación del ánimo, a la afición y preferencia vehemente a algo… en resumidas cuentas… la pasión.