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13/04/2021

Navarra se hace con dos victorias en el Campeonato de España de Clubes de División de Honor

Un Frontón Labrit lleno hasta los topes que marca el protocolo y en el que nuestro querido Iñaki Peralta Aguirre ejerció de botillero de lujo, vio coronarse a San Cosme, Huarte, Club Tenis Pamplona y Puertas Bamar, como nuevos Campeones de España de Clubes de División de Honor.

Comenzó la actividad el viernes en la Agrupación Deportiva San Juan con la disputa de las semifinales de mano, donde en la lucha individual el representante de San Cosme, Víctor Esteban Tercilla superó con facilidad a un combativo Ugaitz Elizalde Bereau, defensor de las huestes de Zugarralde. Después, Irurzun y Huarte iban a reeditar la final del año pasado, pero en esta ocasión Julen Retegi Altzugarai venció a un Iker Espinal Aldareguía, que no estuvo cómodo en ningún momento.

Por lo que respecta a la pugna por parejas, Oberena, en un partido prácticamente sin errores se metieron en la final a costa de un Urbión al que le costó horrores sumar el tanto. En la segunda semifinal se cumplieron los pronósticos y el Club Pelota Huarte se sacó la espina del año pasado y se metió en la final dando buena cuenta de Buruzgain que puso en más de un aprieto a la dupla huartearra.

Al día siguiente, ya en el Frontón Labrit, se aclararon los clubes que se iban a jugar el título en herramienta. Comenzando por la paleta cuero, el Tenis Pamplona, que tuvo que sustituir por lesión a su delantero titular en el primer juego, venció a una Real Sociedad que vendió muy cara su derrota. En la segunda y sorprendente semifinal la juventud y empuje del Stadium Casablanca se impuso al Club Natación Barcelona, que jugó un gran partido llevándolo al desempate, en el que el cansancio acumulado les hizo “entregar la cuchara”.

Completó el cuadro la pala corta, donde Puertas Bamar con un desdibujado y desconocido Carlos Baeza Gozalo, derramó sangre, sudor y lágrimas para vencer a El Olivar, que demostró por qué alcanzó esta penúltima ronda, apoyado en un inconmensurable Daniel Velilla Hurtado autor de su enésima lección de pelota sobre el coso pamplonés.

Y en el último partido del festival, Oberena logró meterse en la final tras dejar en la cuneta con relativa facilidad a un Club Natación Barcelona que cometió demasiados errores no forzados.

Algo nuevo, algo viejo, algo prestado y algo azul

Tranquilos, amigos y amigas de la pelota, que no nos hemos vuelto locos y se nos ha colado la crónica social de un casorio de la alta sociedad.

Nos permitimos esta pequeña licencia porque el desarrollo de las finales coincidió a la perfección con lo que (dicen) que la novia debe llevar obligatoriamente a sus esponsales, a la sazón; algo nuevo, algo viejo, algo prestado y algo azul.

Algo nuevo

Aquí la novedad la pusieron los “cuasi imberbes” jugadores del Stadium Casablanca” que dilapidaron todos los pronósticos para colarse en la final de paleta cuero en su primera temporada después de haber logrado el ascenso a División de Honor.

La previa del encuentro no presagiaba nada bueno para el Club Tenis Pamplona pues, al cambio por lesión de su delantero Carlos Beunza Arana en la semifinal, se unía la baja de su sustituto Miguel Fernández De Lascoiti Mateo para la final, tras haber pasado una noche “toledana”.

En el otro lado, Marcos Pérez García y Javier Insausti Galilea se mostraban “frescos cual lechuga de la huerta murciana” y con ganas de seguir surfeando la ola de la sorpresa.

Pero las instruidas manos del “fisio” y el vendaje milagroso del “hechicero Echavarren” obraron su magia y Carlos Beunza se presentó en La Bombonera pamplonesa en perfecto estado de revista para iniciar el asalto al título que se escapara el año pasado ante Lintxu Tajonar.

Lo que ocurrió después fue una oda a la paleta de cuero, una sinfonía al deporte del frontón en la que los cuatro protagonistas se dejaron la piel sobre la cancha provocando en reiteradas ocasiones que el público se pusiera de pie espoleado por la enorme calidad de lo que estaba viendo.

La previa del choque nos hablaba de que la pareja del Stadium intentaría con ahínco mover al “tocado” Beunza para calibrar su estado de recuperación, mientras que los del Club de Tenis intentarían buscar la izquierda de Pérez para lograr el tanto.

Con estas premisas comenzó el partido bajo el signo de la igualdad con “abrazos” continuos en el marcador que tuvieron su punto de inflexión en el 7 a 7, momento en el que el Tenis Pamplona, con un Alfonso Echavarren concentradísimo y dominador en la zaga y un Carlos Beunza que se multiplicaba en la delantera para llegar a pelotas inverosímiles haciendo que su lesión sólo fuera un mal recuerdo, completara un parcial de cinco a cero para estirar el marcador hasta el 11 a 7 que parecía que iba a ser definitivo ante la bisoñez del rival.

Pero no contaban con que la inexperiencia es atrevida y para osados los pelotaris del conjunto aragonés, quienes jugaban como si la vida les fuera en ello, especialmente un Javier Insausti que pedía casi todas las pelotas para golpearlas con “ansia vikinga y furia visigoda”, haciendo mucho daño a sus rivales. De este modo estrecharon el marcador hasta el 12 a 13, que puso todo la emoción a este primer envite. Pero Carlos y Alfonso no se descompusieron y siguieron a lo suyo para hacerse con los dos tantos que les adelantaban en la final.

Viendo el desarrollo de este primer juego, se pronosticaba otra dura lucha en el segundo con los unos buscando el triunfo definitivo y los otros intentando estirar el encuentro hasta el desempate, donde la condición física podría tener mucho que decir.

Pero los pronósticos fallaron y apenas hubo lucha. Apenas hubo lucha porque lo que se desencadenó fue la madre de todas las batallas desplegadas sobre un frontón, donde los pelotaris defendieron sus colores con fuerza y honor.

Las ventajas de unos fueron inmediatamente enjuagadas por los otros hasta el 6 a 5 favorable al Tenis Pamplona. En ese momento Insausti y Pérez, sabiamente aleccionados por el gran David Caballero, metieron la directa y comenzaron a poner tierra de por medio en el tanteador, primero con el 10 a 6 y después con el 13 a 8, que se antojaba definitivo ante la felicidad de la cátedra, deseosa de seguir disfrutando del espectáculo en un tercer set.

Entonces, y tras un provechoso tiempo muerto solicitado por Asier Purroy, los jugadores del Club Tenis Pamplona salieron de nuevo a la cancha con la intención de vender muy cara su derrota. Beunza y Echavarren recuperaron el saque y las sensaciones del primer juego para iniciar la remontada con golpes sólidos y potentes que hicieron mucho daño a Pérez e Insausti que comenzaron a cometer algún que otro error que propició el empate a 13, dejando las espadas suspendidas del techo del Labrit.

Un nuevo tanto zaragozano cortó la reacción de la escuadra pamplonica que veía cómo después de tanto bracear iba a ahogarse en la orilla. Pero nada de eso ocurrió, Carlos y Alfonso volvieron a sacar la cabeza del agua para sumar dos tantos seguidos y alcanzar el título en el que el impresionante, emotivo y lleno de deportividad abrazo de los cuatro pelotaris se vio recompensado por el público asistente puesto de pie, con una larga y sentida ovación que hacía justicia al descomunal espectáculo que habían podido presenciar sobre la sagrada brea del Labrit.

Algo viejo

Con ello nos referimos al partido de pala corta que disputaron dos antiguos conocidos, pues Puertas Bamar y Oberena iban a reeditar la final del pasado año en la que la escuadra vallisoletana superó a la navarra. Así pues, el gran partido que se presentaba sobre el papel, sumaba además tintes de revancha para Mikel Sanz Buey y Javier Labiano Redondo.

De todas formas, dura empresa para los navarros que, si querían llevar a buen puerto el partido deberían jugar muy concentrados, cometer pocos errores y buscar las (pocas) carencias de Imanol Ibáñez Pérez: jugar con pelota viva y evitar que el fenomenal jugador de La Peña – Abusu, golpeara “de abajo”.

Por su parte el Puertas Bamar opondría sus mejores armas: que Carlos Baeza Gozalo volviera a ser Carlos Baeza Gozalo, para que aprovechara la ventaja del envenenado saque de Imanol y cruzar la pelota y buscando las cosquillas a su rival.

En el primer juego la cosa estuvo muy igualada hasta el 12 a 9 favorable a Oberena, momento en el que el conjunto iscariense recuperó el saque y cambió de material, eligiendo una pelota que combinaba a las mil maravillas con las características de Imanol, que destrozó con el saque a sus oponentes, enjuagando la desventaja para acabar ganando el primer punto por 15 a 13.

El panorama cambió en el segundo acto, donde Oberena se centró en su juego para llevar la iniciativa y lograr las primeras ventajas en el luminoso con el 3 a 1 y el 5 a 2. Aquí llegó la tímida reacción de Carlos e Imanol, que llegaron a empatar a cinco, aunque esto fue una quimera pues Sanz y Labiano, muy superiores, se marcharon hasta el 13 a 5, para acabar venciendo en este segundo juego por 15 a 6.

Así las cosas, y al igual que el año pasado, se llegó al desempate en el que todo podía pasar. Pero lo que pasó es que volvió a emerger la enorme figura de Imanol que (de nuevo) impuso su saque para completar un parcial de seis a cero que puso la puntilla a un Oberena excesivamente “fallón”. Puertas Bamar acabó ganando por 10 a 3, lo que le dio el título un partido gris en el que la emoción estuvo no tanto en el juego, como en el marcador.

Algo prestado

Aquí la ocurrencia viene dada por que Huarte “arrebató” a Oberena la solidez que éstos habían demostrado en la semifinales, donde Oian Canabal Echarte y Iosu Irurita Oyaregui, emularon al célebre Mortadelo de los tebeos para disfrazarse de inexpugnable muralla y cometer apenas dos errores en su victoria ante Urbión.

El análisis anterior al partido nos situaba en un contexto en el que Oberena iba a dominar en los cuadros traseros y Huarte haría lo propio en los delanteros, por lo que el público asistente presenciaría un duelo en el que Canabal e Irurita “bombardearían” a Mikel Beroiz Pérez para minar su resistencia y evitar a Unai Laso Lizaso; mientras que éste intentaría cambiar el guion para “enredar” en los cuadros alegres donde el de Bizkarreta – Guerendiain era superior.

De estas dos proposiciones, tan sólo se cumplió la segunda pues Oberena, con un Irurita con mal de manos, no se comportó con tanta solidez y ya en el primer juego había cometido el doble de fallos que en toda la semifinal. Así el Huarte, que fue en todo momento por delante en el marcador, se hizo con el triunfo en el primer envite por 10 a 6. 

En el segundo desafío las cosas estaban claras para Oberena, que debía fallar menos si quería alargar el choque. Pero el Club Pelota Huarte no estaba por la labor y, tras el dos a uno favorable a Canabal e Irurita, comenzó a dominar el juego obteniendo un parcial de seis a cero que dejó la final prácticamente vista para sentencia ante un Oberena que no daba con la tecla y volvía a cometer demasiados errores no forzados para concluir perdiendo por 10 a 4.

Justo triunfo para la escuadra “cebollera” en la que destacó el trabajo de Unai Laso, siempre un paso por delante de los demás para acabar marcando la diferencia.

Algo azul

Representado en el “gerriko” que portaba Víctor Esteban Tercilla en la final ante Julen Retegi Altzugarai; y que le dio alas para alcanzar la victoria en un partido en el que el ezcarayense siempre estuvo más cómodo sobre la cancha que el navarro. 

El primer juego apenas tuvo historia pues Víctor se mostró muy certero con el saque (logró tres tantos) y, con un parcial de seis a cero a su favor (del 1 a 2 al 8 a 1), finiquitó el punto que acabó cayendo a su favor por 10 a 4. 

En el segundo juego se esperaba la reacción de Retegi Bi, pero el de Eratsun prolongó su calvario particular con el disparo inicial, todo lo contrario que Víctor que, apoyado en una de sus pelotas, se marchó de inicio en el luminoso hasta el siete a cero y ocho a dos; que parecían definitivos. Pero aquí emergió la gran clase de Julen que tiró de casta para venirse arriba y, a base de preciosas dejadas, lograr una tacada de cinco tantos que estrechaba el marcador a la mínima expresión (7 a 8). Pero la reacción no fue más allá y Víctor volvió por sus fueros para marcharse derecho al cartón diez y hacerse con una victoria tan trabajada como justa.


Fotos: FNP

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